martes, 5 de junio de 2007

Los sueños de la razón producen libros...


Una vez leí en un libro una magnífica descripción de una biblioteca. El libro era de Terry Pratchett, gran Soñador. No recuerdo con exactitud las palabras pero más o menos transmitían el siguiente mensaje:

"...uno debería ser consciente de la importancia de las bibliotecas: juntas un millar de libros, cada uno con su universo particular, e intentas almacenarlos unos al lado de otros, a veces incluso los apretujas para dar cabida a otro más, sin ser consciente de lo peligroso de mantener tan juntas tan dispares realidades. Con el tiempo los libros van tomando consciencia de sí mismos como algo particular y al borde de la extinción, e intentan que su universo destaque por encima del rumor de los demás, en continuo big-BANG! Sin quererlo (o queriéndolo fervorosamente) obtienes una habitación donde las leyes de la física a las que te has acostumbrado no tienen porqué ser las que prevalezcan, donde la historia que aprendiste no tiene porqué ser la verdadera, donde el tiempo no tiene porqué circular de la misma manera ni tienen que llamarse igual los objetos que te rodean: el campo mórfico varía según el grito más fuerte de cada instante. Si no tomas precauciones cuando entras puedes quedarte caprichosamente atrapado entre grandes páginas de celulosa, papiro, pergamino..."

¿No es algo maravilloso?

Todo Lector desea convertirse en Soñador.
Mientras devora las letras aspirándolas a través de los ojos, mientras acaricia el papel de cada página, se contonea en el negro de cada letra... mientras la experiencia de la lectura lo embarga, lo hiere dulcemente y lo transporta el Lector consigue probar con los labios el dulce beso del sueño de los Soñadores. Su sabor es la cosa más excitante que jamás experimentará, más que el amor y que el deseo, más que el momento del nacimiento y de la muerte, pues mientras lee nace y muere tantas veces como veces aparece la palabra, ama de forma tan intensa como el negro de la tipo ama el blanco del papel...

Yo también soy Lectora... y por supuesto muchas veces he deseado ser Soñadora. Aun recuerdo cuando me pasó por primera vez.
Tenía 9 años y el Soñador a quien admiraba (y admiro, siempre con el más tierno cariño) se llamaba Ende. Él fue el que me enseñó a ver el hilo dulce con el que se tejen los sueños, él fue el que me hizo amar el olor, el tacto, el sabor de una historia soñada.
... el recuerdo aun me embarga...
... amado Ende...
... te debo tanto, tanto, tanto...

Hace años soñé con una gran biblioteca. Era un mundo en sí mismo, donde nacían los sueños. Siempre había gente silenciosa moviéndose con cuidado arriba y abajo, saliendo de entre los libros, de entre las letras... En mi sueño me perdía y tú, Ende, me encontrabas.

Ahora ya no ansío ser una Soñadora, ahora sólo quiero que me cuentes tus sueños. Me sentaré junto al fuego en las largas y oscuras tardes del invierno, dejaré que el calor de la lumbre me arrulle y me transporte a tus reinos. Caminaré justo antes del amanecer del verano por las orillas de ríos y mares, siempre a tu lado, y escucharé cada uno de tus sonidos con los ojos entrecerrados para que tus palabras me dibujen tus historias Soñador, mi más querido amigo. Mi amado.

PD: :) qué hermoso es cuando alguien hermano de tu aiúa se convierte en Soñador de forma tan temprana! Cuan feliz soy por ti Jara! ...nunca dejes de soñar pues muchos te amarán y se sentirán solos sin tus palabras, sin esos paseos por tu jardín secreto.

No hay comentarios: