martes, 15 de julio de 2008

Sopor de una noche de verano...

Llega el verano... bueno, más bien nos sobrepasa...
... La cuestión es que las estaciones se suceden hasta en el confín más insignificante de la creación, a mayor o menor velocidad todo sigue su curso y no hay nada que se le pueda hacer (los dispositivos de positrones cuánticos del generador de Buen Tiempo son demasiado inestables para mi gusto y te salen con una granizada en cuanto se recalientan que para qué os voy a contar).

Lo mejor que se puede hacer es abrir las ventanas en las horas de sombra planetaria y dejar entrar así a la fauna chupasangre autóctona, junto con una brisa muy agradable claro.
En esas estaba yo cuando un ruidito peculiar me puso en guardia. Me había llegado un informe nada alagüeño sobre una variedad especialmente agresiva de mosquito local, de grandes dimensiones y de picadura muy dolorosa, y no iba a ser yo su primera víctima de la noche. Me armé con cuanto fui capaz de encontrar entre el desorden y me preparé para emboscar a la bestia (Método Académico Avanzado II: Supervivencia en la Charca).
Luces intermitentes, ruido ensordecedor... ya me estaba... hmmm.. digamos... inquietando, eso es, ya me estaba inquitando cuando oí una voz de accento claramente del norte que preguntaba "¿Tienen agua caliente para un sopinstant?"

(ok, pausa para cosas mundanas como comer, siestear, levantarse al más puro estilo zombie y dejarse caer de forma lastimosa hasta este puesto)

(¿Dónde estaba? Ah sí!)

Reuní el valor suficiente como para sacar la cabeza por una esquina de la ventana y descubrí, mira tú por dónde, a un gentleman de lo más extravagante con una taza del Starbucks Café en una mano.
Evidentemente me comporté con modales impecables: le invité a agua caliente y a sentarse en mi porche mientras le daba un poco de conversación insustancial (ser educada no cuesta nada). Me contó no sé que historia de que iba de aquí para allá en su máquina del tiempo (señaló una caja de teléfono azul que había aparecido como de la nada en medio de mi terraza... posiblemente asustando a la segunda generación de tomateras...). Me comentó que se había quedado sin agua caliente y que lo de ducharse con agua fría tenía un pase, pero la sopa fría sólo servía como estribillo de una canción y que no eran formas de cenar.

Como viajaba, aparentemente, por toda la galaxia, le pregunté por los otros personajes con los que me había cruzado estos dos últimos años. Afortunadamente los conocía y me dio buenas noticias al decirme que se les veía bien con sus familias. ¡Me alegro mucho!

La velada se estaba desarrollando muy bien hasta que Portos protagonizó un incidente diplomático al hacer alarde de su pasado perruno y dejar su "grafiti personalizado" en una de las esquinas de la caja azul (que él llamaba Tardis). Me ruboricé hasta lo imposible e hice amago de limpiarlo todo, pero al parecer, a nuestro extraño invitado no pareció importarle mucho... Se rió un poco, apuró la taza y se preparó para irse liándose una bufanda con aires caballerescos.
Antes de entrar en la cabina y desaparecer me dijo con aire enigmático:
- Te receto Una Ración de Novedades y Media de Frenesí, con eso debería bastar para hacerte salir de tu estado Medio Letárgico. Para tu Síndrome de Abstinencia Entusiasmativa un poco de jarabe de Amor Romántico de las islas del Puturrú, es lo mejor para la nostalgia. Tómatelo todo, Doctors orders.
- ¿Es usted doctor?
- Eso parece, señorita, bona nuit!
- ¿Doctor qué?
Pero ya no contestó. El extraño ruido de aquella cabina se extinguía entre la noche de verano. Al cabo de un momento ni tan siquiera podría haber afirmado que el misterioso doctor hubiera estado ahí, conversando conmigo... lo más probable es que me quedara traspuesta y lo soñara todo...
Lo que sí recuerdo es como una sensación de tristeza... quizás él también necesitara un poco de potingue de ese del amor de la isla de purrunosequé...

1 comentario:

Estepa Grisa dijo...

muy bien escrito, sí señora, muy entretenido.